/ sábado 26 de mayo de 2018

Venezolanos reciben atención y ayuda en un albergue de Cd. Madero

Son 34 los sudamericanos que actualmente se encuentran refugiados en el albergue San Marcos

CIUDAD MADERO, Tams.- El arma de cargo de Richard Correia, sargento segundo del Ejército de la República Bolivariana de Venezuela, no pudo activarse contra civiles como lo exigían los mandos, por lo que decidió desertar y huir de la tierra a la que sirvió con patriotismo.

Encontró refugio en Tamaulipas, una entidad que, en apariencia, se encuentra generalmente lejos de significar quietud.

Originario de Maracaibo, estado de Zulia, Richard Correia cuenta con apenas 23 años de edad y desde los 15 comenzó la preparación para integrarse a las fuerzas armadas venezolanas, para lo cual enfrentó un arduo y duro proceso de preparación; no obstante, ahora vive prácticamente en el exilio, ya que no puede regresar a su país, donde apenas llegara sería puesto preso por desertar.

"Llegó el momento en que pedían que disparáramos contra el pueblo y no pude hacerlo, por lo que no quedó otra que dejar el Ejército y huir del país", señala Correia, radicado actualmente en Ciudad Madero, desde el 26 de septiembre del año pasado, en espera de refugio por parte de México.

Tenía a su mando un pelotón de 15 soldados; incluso en las muchas trifulcas callejeras detuvo algunos familiares que se revelaban contra el régimen de Hugo Chávez y luego de Nicolás Maduro. "Extraño mucho mi país, a mi gente, y si la cosa mejora yo sin pensarlo regreso".

A cientos de kilómetros de su tierra, huyendo de un régimen que consideran totalitario, represor y que ha acabado con su país, extrañando a su familia y enfrentando vejaciones de autoridades migratorias, forma parte de un grupo de venezolanos se han asentado en Tamaulipas en espera de ser acogidos por México.

COMO DELINCUENTES

Son 34 los sudamericanos que actualmente se encuentran refugiados en el albergue San Marcos, un asilo de ancianos localizado en la calle Veracruz y Guerrero de la colonia Unidad Nacional, en Ciudad Madero, al sur de Tamaulipas.

Se sienten objeto de discriminación por parte de autoridades del Instituto Nacional de Migración (INM), quienes en el aeropuerto de Cancún, en Quintana Roo, y el Benito Juárez, de la Ciudad de México, los tratan como delincuentes.

A los agentes migratorios no atienden las documentaciones o los tratados internacionales de protección a los migrantes, niegan la entrada al país para regresarlos deportados a Sudamérica.

Ángel Medina Sánchez, de 24 años, auxiliar contable, fue regresado en dos ocasiones en su intento de ingresar a México; autoridades migratorias que desatendieron los documentos que presentaba.

"Tenía mi petición de refugio pero ello no escuchan, sólo les pedía que me dejaran llegar al Comar (Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados), pero ellos dicen no y, chévere, te regresan".

DE NINGÚN LADO

Con la reelección de Nicolás Maduro en los procesos del pasado fin de semana, una nueva amenaza llegó, ya que se ha mencionado que incluso se les retirará la nacionalidad. "Se ha emitido un comunicado que todos los que no asistieron a centros de votación pierden automáticamente todos los beneficios e incluso la nacionalidad, así como los que estamos en el extranjero huyendo; entonces no somos de ningún lado", lamenta Ángel Medina.

Maduro, adorador de Chávez, se impuso en un cuestionado proceso electoral a Henry Falcon y Javier Bertuchi.

Ecuador, Colombia, Perú y ahora México han sido los países transitados por Wiston Alexander González Briseño en esta travesía. El joven de 21 años y comerciante de oficio tuvo mayor suerte, ya que en el primer intento pudo entrar a México, arribando al albergue San Marcos, donde colabora con el resto de sus compañeros en huida.

Es de Barinas, localidad ubicada a ocho horas de Caracas; salió de su país el 30 de junio del año pasado llegando a Quito, Ecuador, en un viaje de tres días por tierra que le costó 240 mil pesos colombianos.

Regresó a Venezuela y de nuevo huyó, pero ahora rumbo a Bogotá, donde estuvo dos meses y de nuevo fue a Quito; luego a Perú, de donde salió el 23 de abril para llegar el 19 de mayo volando a México.

La inflación se ha incrementado de manera descomunal, pasando la despensa de una quincena de 20 mil bolívares a 450 mil bolívares; el salario de un mes es de mil 307 mil 646 bolívares -lo que equivale a 6.3 dólares americanos- lo que alcanza sólo para el almuerzo de un día.

El mayor deseo de estos venezolanos es que las puertas de países como México se abran. "No es por gusto que salimos de mi país, sino por esta crisis que nos está matando; he vivido en muchos lados y no me satisface, yo quiero estar en mi tierra, en mi llano, con mi gente", dice Wiston.

Ahí han sido resguardados con apoyo de la asociación Conexión Joven, brindando apoyo en tanto reciben una respuesta por parte de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar).

CIUDAD MADERO, Tams.- El arma de cargo de Richard Correia, sargento segundo del Ejército de la República Bolivariana de Venezuela, no pudo activarse contra civiles como lo exigían los mandos, por lo que decidió desertar y huir de la tierra a la que sirvió con patriotismo.

Encontró refugio en Tamaulipas, una entidad que, en apariencia, se encuentra generalmente lejos de significar quietud.

Originario de Maracaibo, estado de Zulia, Richard Correia cuenta con apenas 23 años de edad y desde los 15 comenzó la preparación para integrarse a las fuerzas armadas venezolanas, para lo cual enfrentó un arduo y duro proceso de preparación; no obstante, ahora vive prácticamente en el exilio, ya que no puede regresar a su país, donde apenas llegara sería puesto preso por desertar.

"Llegó el momento en que pedían que disparáramos contra el pueblo y no pude hacerlo, por lo que no quedó otra que dejar el Ejército y huir del país", señala Correia, radicado actualmente en Ciudad Madero, desde el 26 de septiembre del año pasado, en espera de refugio por parte de México.

Tenía a su mando un pelotón de 15 soldados; incluso en las muchas trifulcas callejeras detuvo algunos familiares que se revelaban contra el régimen de Hugo Chávez y luego de Nicolás Maduro. "Extraño mucho mi país, a mi gente, y si la cosa mejora yo sin pensarlo regreso".

A cientos de kilómetros de su tierra, huyendo de un régimen que consideran totalitario, represor y que ha acabado con su país, extrañando a su familia y enfrentando vejaciones de autoridades migratorias, forma parte de un grupo de venezolanos se han asentado en Tamaulipas en espera de ser acogidos por México.

COMO DELINCUENTES

Son 34 los sudamericanos que actualmente se encuentran refugiados en el albergue San Marcos, un asilo de ancianos localizado en la calle Veracruz y Guerrero de la colonia Unidad Nacional, en Ciudad Madero, al sur de Tamaulipas.

Se sienten objeto de discriminación por parte de autoridades del Instituto Nacional de Migración (INM), quienes en el aeropuerto de Cancún, en Quintana Roo, y el Benito Juárez, de la Ciudad de México, los tratan como delincuentes.

A los agentes migratorios no atienden las documentaciones o los tratados internacionales de protección a los migrantes, niegan la entrada al país para regresarlos deportados a Sudamérica.

Ángel Medina Sánchez, de 24 años, auxiliar contable, fue regresado en dos ocasiones en su intento de ingresar a México; autoridades migratorias que desatendieron los documentos que presentaba.

"Tenía mi petición de refugio pero ello no escuchan, sólo les pedía que me dejaran llegar al Comar (Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados), pero ellos dicen no y, chévere, te regresan".

DE NINGÚN LADO

Con la reelección de Nicolás Maduro en los procesos del pasado fin de semana, una nueva amenaza llegó, ya que se ha mencionado que incluso se les retirará la nacionalidad. "Se ha emitido un comunicado que todos los que no asistieron a centros de votación pierden automáticamente todos los beneficios e incluso la nacionalidad, así como los que estamos en el extranjero huyendo; entonces no somos de ningún lado", lamenta Ángel Medina.

Maduro, adorador de Chávez, se impuso en un cuestionado proceso electoral a Henry Falcon y Javier Bertuchi.

Ecuador, Colombia, Perú y ahora México han sido los países transitados por Wiston Alexander González Briseño en esta travesía. El joven de 21 años y comerciante de oficio tuvo mayor suerte, ya que en el primer intento pudo entrar a México, arribando al albergue San Marcos, donde colabora con el resto de sus compañeros en huida.

Es de Barinas, localidad ubicada a ocho horas de Caracas; salió de su país el 30 de junio del año pasado llegando a Quito, Ecuador, en un viaje de tres días por tierra que le costó 240 mil pesos colombianos.

Regresó a Venezuela y de nuevo huyó, pero ahora rumbo a Bogotá, donde estuvo dos meses y de nuevo fue a Quito; luego a Perú, de donde salió el 23 de abril para llegar el 19 de mayo volando a México.

La inflación se ha incrementado de manera descomunal, pasando la despensa de una quincena de 20 mil bolívares a 450 mil bolívares; el salario de un mes es de mil 307 mil 646 bolívares -lo que equivale a 6.3 dólares americanos- lo que alcanza sólo para el almuerzo de un día.

El mayor deseo de estos venezolanos es que las puertas de países como México se abran. "No es por gusto que salimos de mi país, sino por esta crisis que nos está matando; he vivido en muchos lados y no me satisface, yo quiero estar en mi tierra, en mi llano, con mi gente", dice Wiston.

Ahí han sido resguardados con apoyo de la asociación Conexión Joven, brindando apoyo en tanto reciben una respuesta por parte de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar).

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