/ lunes 13 de noviembre de 2017

División entre México y EU afecta a la etnia Tohono O’odham

Establecer un muro fronterizo para ellos ha representado pérdidas de su cultura ancestral

HERMOSILLO, Son.- Desde antes de tomar el cargo como presidente de Estados Unidos Donald Trump amenazó con construir un muro fronterizo con México.

El tema ha sido abordado desde el ámbito político, económico y social, pero existe una comunidad indígena que se vería directamente afectada con una división.

Los Tohono O’odham cuentan con un territorio ancestral que recorre 12 distritos de Arizona y por lo menos siete municipios de Sonora.

Sergio Alejandro Aguilar Zeleny, profesor investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), comentó que hay una existente fractura entre los Tohono, que ha provocado una reducción de su población en Sonora y un incremento en Arizona, lo que ha afectado la continuidad de la transmisión de la cultura, el simbolismo y los valores de esta sociedad.

DON SERVANDO León era la autoridad de Puerto Peñasco; falleció en mayo / Foto: Cortesía

 

EXPERIENCIA QUE DEBERÍA SERVIR

El crear y establecer un muro entre la etnia implicaría agudizar la separación entre la familia, así como poder desarrollar su cultura, mantener su música y tradiciones, pues se impediría el acceso a sitios sagrados y religiosos.

Aguilar Zeleny ejemplificó que en el caso de las fiestas del Carmen, que se realizan en San Miguel, en vez de poder ingresar directamente tendrían que dar una vuelta de dos o tres horas para poder llegar a las puertas fronterizas.

Explicó que los Tohono O’odham son descendientes de la cultura hohokam quienes han estado detrás del desarrollo agrícola, ellos han sembrado maíz desde hace más de cuatro mil años en Sonora y “en vez de valorar toda esta trascendencia histórica, toda esta dimensión de cientos de años de la región, pues los tratamos prácticamente como recién llegados”.

Añadió que la gente del desierto, como cultura y como sociedad, sobrevivieron a un calentamiento global hace tres mil años, en el periodo conocido como antitermal, lo cual nos quiere decir que teniendo ciertos desarrollos agrícolas se vieron obligados a regresar a la caza y a la recolección para seguir avanzando.

“Tenemos a alguien que ha sobrevivido a las peores tragedias y en vez de preguntarles cómo le ha hecho para sobrevivir, les ponemos más obstáculos en el camino, esto es lo que representa esta cultura del desierto que ha aprendido a convivir con el desierto, sabiendo que ahí todo es libre y fluye”.

El investigador indicó que en marzo se reunieron todas las autoridades O’odham del lado mexicano, tuvieron un acto de protesta en la Puerta de San Miguel y como representante del INAH elaboró un peritaje antropológico, mismo que se entregó a la secretaria de gobernación en la Ciudad de México.

TERRITORIO DE RIESGO

El antropólogo social explicó que hay una ceremonia de origen prehispánico que hasta la fecha se sigue realizando durante el verano en Quitovac, una comunidad de Sonoyta, misma que implica una condición espiritual para participar y recibir los dones del ritual, pero se ven afectados por la frontera, la aduana y la vigilancia policiaca, tanto del lado de Estados Unidos como de México.

Debido a su ubicación en la frontera, indicó que el territorio O’odham es una zona de riesgo por la violencia ya que el área original fue convertida por el gobierno de Estados Unidos en una ruta migratoria y en ruta del narcotráfico, al bloquear y fortalecer las demás fronteras como Tijuana, Mexicali, y Nogales hacia el Este, dejaron como un acceso natural el desierto pensando que sería una barrera, pero en realidad han provocado una situación de violencia y narcotráfico.

Detalló que la comunidad de San Francisquito, ubicada en una parte del desierto de Caborca, en el 2014 fue desalojada por sicarios, sacaron a toda la población indígena y mestiza de la región, les destruyeron un centro ceremonial y les han impedido celebrar la fiesta de San Francisco, agregó que esto es por ubicarse en la frontera, pero sí es resultado del muro fronterizo.

De igual forma, agregó, hay un poblado llamado Pozo Prieto, cercano a Caborca, donde la consigna que tienen los comuneros es que siempre haya en el lugar por lo menos una para que no se los vayan a arrasar; ya que en San Rafael les destruyeron la Iglesia al estar indefensos.

UN ATENTADO CONTRA LA SALUD

Uno de los derechos que han ganado los Tohono O’odham de México es obtener de manera gratuita servicios de salud en Estados Unidos, por lo que para acceder a ellos deben de cruzar por las puertas que se encuentran en su territorio.

La duda entre la comunidad es si esas puertas de acceso también serán bloqueadas con el muro que se pretende construir.

Alicia Chuhuhua, gobernadora Tohono de Caborca, señaló que con las puertas ubicadas en las comunidades de San Francisquito, La Angostura, El Panamá y El Bajío los papágos pueden ingresar a Estados Unidos para obtener servicios médicos gratuitos, aun cuando no cuenten con la visa americana.

Los enfermos que principalmente utilizan estos son servicios son los ancianos a quienes se les dificultaría trasladarse e ingresar por otros accesos a ese país.

AISLANDO EL CONOCIMIENTO

“Actualmente se está hablando de derrumbar y no de construir muros, hoy se entiende a la humanidad como una sociedad en conjunto y no una sociedad dividida”, expresó Jesús Fuentes Blanco, representante de los pueblos indígenas ante la Organización de Naciones Unidas (ONU), por el tema de la construcción de una barrera que divida no solo a dos naciones, sino también una etnia ancestral.

Opinó que el establecer un muro genera muchas complicaciones, no solamente de dividir a dos personas sino de tratar de aislar conocimiento.

“Yo creo que en la actualidad es la comunidad la que debe de prevalecer, estamos buscando cómo integrarnos en sociedad y el muro viene a ser una antítesis de todo este proyecto y el rumbo en el que se está definiendo nuestra sociedad”, agregó.

Se perdería además de las tradiciones, la cultura, la lengua, las formas de pensar y de vivir, se daría una separación sicológica.

Consideró que el norte de México ha empezado a tener una integración que no se había presentado con el Sur de Estados Unidos, por lo que un muro vendría a echar a la borda todo ese trabajo, el esfuerzo que se ha hecho, además de que afectaría en aspectos económicos importantes de los cuales adolecen las comunidades indígenas de la frontera de Sonora.

“El muro no solo es una cuestión de separar una nación de otra, sino también de evitar que se den situaciones emergentes económicas que se posicionen y se apoderen”, complementó.

HERMOSILLO, Son.- Desde antes de tomar el cargo como presidente de Estados Unidos Donald Trump amenazó con construir un muro fronterizo con México.

El tema ha sido abordado desde el ámbito político, económico y social, pero existe una comunidad indígena que se vería directamente afectada con una división.

Los Tohono O’odham cuentan con un territorio ancestral que recorre 12 distritos de Arizona y por lo menos siete municipios de Sonora.

Sergio Alejandro Aguilar Zeleny, profesor investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), comentó que hay una existente fractura entre los Tohono, que ha provocado una reducción de su población en Sonora y un incremento en Arizona, lo que ha afectado la continuidad de la transmisión de la cultura, el simbolismo y los valores de esta sociedad.

DON SERVANDO León era la autoridad de Puerto Peñasco; falleció en mayo / Foto: Cortesía

 

EXPERIENCIA QUE DEBERÍA SERVIR

El crear y establecer un muro entre la etnia implicaría agudizar la separación entre la familia, así como poder desarrollar su cultura, mantener su música y tradiciones, pues se impediría el acceso a sitios sagrados y religiosos.

Aguilar Zeleny ejemplificó que en el caso de las fiestas del Carmen, que se realizan en San Miguel, en vez de poder ingresar directamente tendrían que dar una vuelta de dos o tres horas para poder llegar a las puertas fronterizas.

Explicó que los Tohono O’odham son descendientes de la cultura hohokam quienes han estado detrás del desarrollo agrícola, ellos han sembrado maíz desde hace más de cuatro mil años en Sonora y “en vez de valorar toda esta trascendencia histórica, toda esta dimensión de cientos de años de la región, pues los tratamos prácticamente como recién llegados”.

Añadió que la gente del desierto, como cultura y como sociedad, sobrevivieron a un calentamiento global hace tres mil años, en el periodo conocido como antitermal, lo cual nos quiere decir que teniendo ciertos desarrollos agrícolas se vieron obligados a regresar a la caza y a la recolección para seguir avanzando.

“Tenemos a alguien que ha sobrevivido a las peores tragedias y en vez de preguntarles cómo le ha hecho para sobrevivir, les ponemos más obstáculos en el camino, esto es lo que representa esta cultura del desierto que ha aprendido a convivir con el desierto, sabiendo que ahí todo es libre y fluye”.

El investigador indicó que en marzo se reunieron todas las autoridades O’odham del lado mexicano, tuvieron un acto de protesta en la Puerta de San Miguel y como representante del INAH elaboró un peritaje antropológico, mismo que se entregó a la secretaria de gobernación en la Ciudad de México.

TERRITORIO DE RIESGO

El antropólogo social explicó que hay una ceremonia de origen prehispánico que hasta la fecha se sigue realizando durante el verano en Quitovac, una comunidad de Sonoyta, misma que implica una condición espiritual para participar y recibir los dones del ritual, pero se ven afectados por la frontera, la aduana y la vigilancia policiaca, tanto del lado de Estados Unidos como de México.

Debido a su ubicación en la frontera, indicó que el territorio O’odham es una zona de riesgo por la violencia ya que el área original fue convertida por el gobierno de Estados Unidos en una ruta migratoria y en ruta del narcotráfico, al bloquear y fortalecer las demás fronteras como Tijuana, Mexicali, y Nogales hacia el Este, dejaron como un acceso natural el desierto pensando que sería una barrera, pero en realidad han provocado una situación de violencia y narcotráfico.

Detalló que la comunidad de San Francisquito, ubicada en una parte del desierto de Caborca, en el 2014 fue desalojada por sicarios, sacaron a toda la población indígena y mestiza de la región, les destruyeron un centro ceremonial y les han impedido celebrar la fiesta de San Francisco, agregó que esto es por ubicarse en la frontera, pero sí es resultado del muro fronterizo.

De igual forma, agregó, hay un poblado llamado Pozo Prieto, cercano a Caborca, donde la consigna que tienen los comuneros es que siempre haya en el lugar por lo menos una para que no se los vayan a arrasar; ya que en San Rafael les destruyeron la Iglesia al estar indefensos.

UN ATENTADO CONTRA LA SALUD

Uno de los derechos que han ganado los Tohono O’odham de México es obtener de manera gratuita servicios de salud en Estados Unidos, por lo que para acceder a ellos deben de cruzar por las puertas que se encuentran en su territorio.

La duda entre la comunidad es si esas puertas de acceso también serán bloqueadas con el muro que se pretende construir.

Alicia Chuhuhua, gobernadora Tohono de Caborca, señaló que con las puertas ubicadas en las comunidades de San Francisquito, La Angostura, El Panamá y El Bajío los papágos pueden ingresar a Estados Unidos para obtener servicios médicos gratuitos, aun cuando no cuenten con la visa americana.

Los enfermos que principalmente utilizan estos son servicios son los ancianos a quienes se les dificultaría trasladarse e ingresar por otros accesos a ese país.

AISLANDO EL CONOCIMIENTO

“Actualmente se está hablando de derrumbar y no de construir muros, hoy se entiende a la humanidad como una sociedad en conjunto y no una sociedad dividida”, expresó Jesús Fuentes Blanco, representante de los pueblos indígenas ante la Organización de Naciones Unidas (ONU), por el tema de la construcción de una barrera que divida no solo a dos naciones, sino también una etnia ancestral.

Opinó que el establecer un muro genera muchas complicaciones, no solamente de dividir a dos personas sino de tratar de aislar conocimiento.

“Yo creo que en la actualidad es la comunidad la que debe de prevalecer, estamos buscando cómo integrarnos en sociedad y el muro viene a ser una antítesis de todo este proyecto y el rumbo en el que se está definiendo nuestra sociedad”, agregó.

Se perdería además de las tradiciones, la cultura, la lengua, las formas de pensar y de vivir, se daría una separación sicológica.

Consideró que el norte de México ha empezado a tener una integración que no se había presentado con el Sur de Estados Unidos, por lo que un muro vendría a echar a la borda todo ese trabajo, el esfuerzo que se ha hecho, además de que afectaría en aspectos económicos importantes de los cuales adolecen las comunidades indígenas de la frontera de Sonora.

“El muro no solo es una cuestión de separar una nación de otra, sino también de evitar que se den situaciones emergentes económicas que se posicionen y se apoderen”, complementó.

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