El asesinato en Ecuador del candidato presidencial Fernando Villavicencio es el último capítulo de una serie de violentos actos contra políticos y civiles que está envolviendo a América Latina.
El país sudamericano ha visto en los dos últimos años un aumento significativo de violencia vinculada a la disputa de grupos delictivos y cárteles del narcotráfico internacional, que ha costado cientos de vidas. Desde finales de 2021, los motines carcelarios fueron comunes y hasta la fecha más de 460 reclusos han muerto dentro de las prisiones debido a los enfrentamientos por su control.
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A estos episodios se suman las ejecuciones, extorsiones y secuestros que día a día se viven en el país, actos que han sido atendidos en las campañas electorales. En 2022, la tasa de homicidios en Ecuador fue de 26 por cada 100 mil habitantes.
La ola de violencia que el país lleva arrastrando en los últimos dos años se ha replicado en otros países de América Latina donde no se habían registrado actos violentos relacionados con el narcotráfico y esencialmente a cárteles mexicanos.
Los enfrentamientos en las prisiones y en otras ciudades como Guayaquil, considerada la más violenta de Ecuador, se llevan a cabo entre bandas rivales que han aceptado su vínculo con la delincuencia organizada mexicana.
Por un lado Los Choneros obedecen a las instrucciones del Cártel de Sinaloa, mientras que Los Lobos, son socios del Cártel Jalisco Nueva Generación.
COSTA RICA
En Costa Rica, la influencia de las bandas mexicanas y el aumento de la producción de cocaína en Colombia tras los pactos de paz de 2016 han disparado los asesinatos en el país, que amenazan con alcanzar en 2023 su peor cifra en la historia.
Luego de cerrar el año pasado con el récord de 656 asesinatos, Costa Rica registra un homicidio cada 10 horas y, sólo en el primer semestre de 2023 la cifra ya sobrepasó en 42 por ciento a la de la primera mitad del año pasado.
Las autoridades denuncian que cuando empezó la espiral de violencia, no se veían las prácticas criminales que se registran ahora en partes del país con acciones de tortura y asesinatos a rivales y ejecuciones hechas por personas con entrenamiento meticuloso, métodos copiados de los poderosos cárteles mexicanos.
Según el Ministerio de Seguridad de Costa Rica, las operaciones del Cártel de Sinaloa en Centroamérica han influido en grupos costarricenses que reciben la droga de bandas colombianas para enviarlas a Estados Unidos o a Europa.
URUGUAY Y PARAGUAY
Las escenas de cuerpos decapitados o descuartizados dentro de las prisiones de Ecuador se trataron de eventos extraordinarios con los que el gobierno no ha sabido lidiar, con niveles de violencia sádica propios de los cárteles mexicanos.
Este tipo de agresiones ha tenido registro en Uruguay, quien enfrenta una ola de homicidios y violencia inédita en la nación, donde las agresiones del narcotráfico no habían escalado a este nivel, y en los últimos meses han visto repartidos por varias ciudades cuerpos desmembrados o quemados de personas, un nivel de violencia desconocido para Uruguay.
Otro de los países de la región que está conmocionado por la violencia del narcotráfico es Paraguay, que se encuentra bajo amenaza de los grupos delictivos.
Hace un año asesinaron al fiscal antidrogas en Colombia, dos semanas después al alcalde de Pedro Juan Caballero, acribillado a las puertas de su despacho.
Según datos de la BBC, América Latina, que concentra cerca del ocho por ciento de la población mundial, reúne el 37 por ciento de homicidios del planeta, la principal causa apunta al crimen organizado.
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Por otro lado, El Salvador y Honduras encabezaban la lista de homicidios más alta del mundo, según datos de la ONU.
En Chile los homicidios aumentaron 33 por ciento en comparación con 2022, según un reportaje de la BBC.
Mientras que en Brasil, la organización conocida como Comando Vermelho (la más violenta del país), está ganando terreno en zonas fronterizas.