León, Gto.- (OEM-Informex).- Conocida como "Patrona de América", la fe que inspira la "Morenita del Tepeyac" lleva cada 12 de diciembre a unos seis millones de fieles a visitar su santuario en Ciudad de México, pero en León también tiene un lugar especial al que acuden a pedir o agradecer por las bendiciones y milagros recibidos.
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De acuerdo a documentos que resguarda el Archivo Histórico Municipal de León (AHML), el Santuario de Guadalupe se construyó en el que era conocido como el “Cerrito de San Lorenzo”, despoblado a finales del siglo XIX y que se colonizó a raíz de la inundación de 1888, cuando los damnificados fueron a refugiarse en sus alturas.
¿Cómo inició la construcción del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe?
En su libro, “León 500 años de historia”, el autor J. Jesús Ojeda Sánchez, cuenta que en esta loma, vivía la acaudalada dama leonesa Manuela Herrera, quien escogió un solar o lote para construir una iglesia, en las afueras de la ciudad, y en visible altura panorámica para consagrarla a la Virgen de Guadalupe.
El permiso para la construcción se solicitó al párroco José Francisco Contreras quien lo concedió el 13 de enero de 1839, pero al morir la señora Herrera, se interrumpió la obra y quedaron los muros alzados tan solo a la altura de una vara y el proyecto quedó en el olvido varios años.
Continúan el sueño
Al saber de esta iniciativa, el presbítero Luis Porto, prosiguió la obra en 1850, pero tampoco pudo terminarla. Ocho años después, Margarito, María Narcisa y Pilar Torres vendieron a Felipe Arcocha y herederos un terreno situado en la calle que salí del puente de plaza, hacia el cerro de la Soledad, para abrirla la calle que iría al Santuario.
Pablo Anda Padilla
En el libro de J. Jesús Ojeda Sánchez se menciona que el presbítero Pablo Anda Padilla había llegado de San Luis Potosí en 1865 y pensó en continuar la obra del templo, que no era más que un cuarto grande, obra de los dos intentos anteriores, y así el 7 de mayo de 1870 él mismo volvió a bendecir la primera piedra y aprovechó algo de lo construido antes.
Logró avanzar la obra, cerró las bóvedas, aunque los muros quedaron sin enjarrar y faltaban muchos detalles de la construcción que duró cinco años a su cargo. Destaca que no tenía dinero y aun así dispuso el terreno, rebajó el cerro, dejó abastecida la iglesia de vasos sagrados, ornamentos y todo lo necesario para el culto.
En 1870, el padre Anda solicitó permiso para celebrar misa en una de las capillas en construcción. Un año después se fue a Guadalajara para reunir fondos y el 12 de julio de 1875, el prelado Sollano bendijo el templo.
Tradición de los “inditos”
El 12 de enero de 1876 inició esta tradición en León de vestir a niñas y niños de indígenas, en honor al ahora santo Juan Diego, para visitar a La Guadalupana portando canastillos o charolas con frutas, legumbres, alimentos y flores para que sean bendecidos por la patrona de los mexicanos.
Esta fiesta se debió a que en la catedral de León, el 12 de diciembre se celebraba a la Virgen de Guadalupe porque no había un templo dedicado a ella y no quería opacar dicha festividad en el nuevo Santuario.
La imagen de “La morenita del Tepeyac”
Para la imagen de la Virgen de Guadalupe que se iba a poner en el altar mayor de este Santuario leonés, el padre Anda organizó en 1883, una peregrinación a México, pues estaba por inaugurarse el nuevo templo leonés. Sin embargo, la imagen duró hasta el 25 de junio de 1903, pues un incendio la destruyó. La imagen que la suplió fue pintada por el sacerdote jesuita, Gonzalo Carrasco.
La inundación de León
En 1888, León sufrió una significativa inundación que provocó el crecimiento de la colonia Obrera, pues el padre Pablo Anda regaló lotes y casas a los damnificados, a quienes les ayudó a construirlas. Fue desde esa fecha que se le llamó Cerro de Guadalupe o del Santuario.
Compañía de Jesús
Los padres de la compañía de Jesús, son los actuales capellanes del Santuario, desde 1903, lo que provocó gran pesar al padre Anda, quien desde su casita se asomaba resignado a contemplar su iglesia hasta que murió el 29 de junio de 1904, día de su santo.
Los jesuitas cambiaron el aspecto del templo, decorándolo, terminando los altares laterales, cambiando el ciprés del altar mayor por el presente, terminando en 1955, las torres que por muchos años estuvieron inconclusas.
Entre los superiores de la casa y los capellanes del Santuario nombrados por la Compañía de Jesús destacan José Tamariz Oropeza, Salvador Quintero, Roberto de Guerra; Antonio Repiso; y Zeferino Martínez.