León, Gto.- La parroquia de San Pedro Apóstol guarda la esencia de un pintor llamado Rosendo Hernández, quien dio vida a los murales de un apóstol de Dios, en donde los rasgos físicos de la pintura llaman la atención de sus visitantes por sus expresiones.
Este recinto religioso está ubicado en la calle Fray Daniel Mireles, número 295, en la colonia San Pedro de los Hernández, y las pinturas fueron hechas por encargo del padre Alberto Velazquez y la cooperación de la comunidad, por lo que el 20 de octubre de 2003, Rosendo y su hijo pusieron manos a la obra.
Pablo Hernández platicó que su papá falleció hace cuatro años, pero les dejó una bonita herencia tanto a la familia, a los devotos y a toda la colonia, además de que lo recuerda como un hombre muy católico y artista talentoso, al grado de que sus obras llegaron al extranjero; incluso también pintó un templo en el estado de Aguascalientes.
“Mi padre era un hombre muy amoroso, lleno de paz y muy católico. Cuando le ofrecieron pintar el templo, aceptó muy gustoso porque era muy profesional y a su obra le dedicó todo el amor; cada que vamos a misa y veo sus pinturas, recuerdo su rostro y todo lo que me enseñó”, platicó.
Cada 29 de junio se celebra la solemnidad conjunta de San Pedro y San Pablo en conmemoración al martirio en Roma de los apóstoles Simón Pedro y Pablo de Tarso, considerados los apóstoles mártires más recordados de la historia cristiana. También se celebra el Día del Pescador, donde se rinde culto a San Pedro, patrono de los pescadores en el país, a quien muchos fieles piden bendición y protección así como agradecer por los favores recibidos.
Por ello, el señor Rosendo Hernández, cuando le pidieron pintar los murales, pasó los días planeando cada detalle pues el reto era mayor y buscaba que los devotos de San Pedro se identificaran con su obra, según comentó su hijo Pablo.
Cabe señalar que las características arquitectónicas del Templo de San Pedro de los Hernández son neoclásicas, caracterizadas por la simplicidad de las formas geométricas, los detalles griegos, las columnas dramáticas y las paredes en blanco. El templo, tesoro de la comunidad, lo respetan, lo cuidan y sus habitantes siempre tienen un recuerdo que va desde el Viacrucis hasta las posadas o ceremonias religiosas como bodas.