León, Gto.- Hace aproximadamente 25 años en 1998 el operador mejor conocido como “El Camarón” de la ahora extinta ruta 72, se encontraba conduciendo su autobús como en un día cualquiera, cuando inesperadamente un sujeto abordó el camión y asesinó a “El Camarón” a balazos, mientras intentaba repeler el asalto del delincuente.
La ruta 72 comenzaba en San Carlos La Roncha y terminaba su recorrido en la colonia Granja Las Amalias, debido al asesinato la ruta fue cerrada gracias al alto riesgo que representaba el circular por la zona.
Años más tarde en 2004 la ruta fue cambiada, de ser la 72, cambió por la 46, la cual, en su apertura pasaba por las colonias: Diez de Mayo, Delta 2000, Cerrito de Jerez, Torres Landa, Paseo de Jerez, Araucaria, San Isidro, Alfredo Valadez, María Dolores, Francisco Villa, Mariano Escobedo, Pino Suarez, Reforma y Concluía en la Benito Juárez.
La ruta cambió pero el autobús continúo siendo aquel mismo Mercedes Benz modelo 1995, mismo que dejó “El Camarón” por su muerte. Pasó a las manos de Alfonso Zapata, actualmente conductor de la ruta 73.
Una noche del 2004, mientras Alfonso, el nuevo chofer de aquel camión donde había ocurrido la tragedia años atrás, terminaba su ruta y se dirigía a la base, “todos los pasajeros se bajaron en Cerrito de Jerez, el autobús se quedó vacío, a excepción de dos personas que estaban sentados hasta atrás” relató Alfonso.
Aproximadamente a las 10:40 de la noche, en la parada de Alfredo Valadez, Alfonso, algo nervioso por la presencia de los dos pasajeros, quienes observados por el chofer en el retrovisor, mantenían una conducta sospechosa; se pusieron de pie y caminaron lentamente hacía el conductor.
“Los vi por el retrovisor, sacaron un filero cada quien y justo cuando estaban a centímetros de hacerme daño, una fuerza de otro mundo los golpeó tan fuertemente que los hizo caer, los asaltantes no se pudieron levantar, era como si alguien invisible los estuviera golpeando, así como lo escuchas, la sangre estaba por todos lados, les tumbaron los dientes, les rompieron la nariz y parecía que los estaban descuartizando ahí mismo en el camión, me gritaban pidiendo piedad y que los dejara bajar, yo no me lo podía creer, los dejé bajar y cuando se fueron malheridos y con la cara desfigurada, vi cómo todo el camión, incluso mi ropa, estaba todo lleno de sangre” narró el operador Zapata.
Al llegar a la estación, el autobús fue supervisado, el verificador, al darse cuenta de los rastros de sangre y violencia cuestionó a Alfonso, quien platicó la anécdota a su compañero.
“El Camarón era mi vecino, una vez llevé el camión a la colonia y una corriente de aire azotó el interior del camión fuertemente, cómo si algún mensaje me estuviera queriendo transmitir, tiempo después ya casi cuando la unidad iba de salida, los padres del Camarón subieron a la ruta, y mientras recordábamos a su hijo, el camión comenzó a llorar, escurrieron gotas gigantes del parabrisas dejando un rastro cómo cuando le salen lágrimas a uno” dijo Alfonso.
La ruta 46 se mantuvo por poco tiempo, fue un día mientras Alfonso conducía cuando aquel viejo camión se partió en dos al detenerse en una parada. “Así fue como terminó ese camión, de la nada se partió en dos, todos los pasajeros que se encontraban dentro gritaron asustados, quedó completamente partido en dos, así fue cómo finalmente me despedí de esa unidad, quizá así fue como El Camarón pudo finalmente descansar en paz.” Concluyó Alfonzo Zapata, operador del SIT.