León, Gto.- Katy Sandoval es una mujer migrante originaria de Venezuela. Huyó de su país hace cinco meses, pero su verdadero delirio comenzó el jueves 12 de junio en Guanajuato, cuando el grupo con el que venía fue interceptado por agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) en el Ferropuerto de Silao y perdió a su esposo, hermano e hija de seis años.
“Quisimos subir al tren y llegando aquí al punto de migración nos montaron y desde esa noche ya no supe más de mi marido y de mi niña”, contó la venezolana, mientras se sentía a salvo a un costado de las vías del tren en San Francisco del Rincón.
Junto con una mujer de Guatemala, una pareja de jóvenes esposos de Nicaragua y migrantes de otras partes de Sudamérica, Katy pudo escapar de “la migra” para no ser golpeados; contaron que les echaron a los perros, a los soldados y que el helicóptero comenzó una búsqueda para dar con ellos, mientras este grupo de personas se escabulló entre el monte para que no los detuvieran.
“Nos tiramos entre zanjas, brincamos mallas y bendito Dios no nos agarraron, porque si nos agarran, nos pegan, son bien abusivos, nos golpean y nos tiran para atrás otras vez”, agregó la mujer guatemalteca, de 34 años y quien viajaba con ellos, mientras reposaba acostado debajo de un puente.
Casi 15 horas más tarde, Katy pudo tener contacto con su hermano, de 21 años, pero no con su esposo y de su hija no sabía nada.
La familia de Katy salió con ella de Venezuela para buscar una mejor calidad de vida en los Estados Unidos; pasaron por Colombia, Honduras, Costa Rica, Guatemala, Nicaragua, una parte de México y fue en Silao, Guanajuato, en donde fueron separados.
Denuncian violaciones a los derechos humanos en Ferropuerto
“Dios es amor y fe para los migrantes” es un grupo conformado por al menos 100 personas que cura, alienta y alimenta a los migrantes que llegan a León y San Francisco del Rincón. Por medio de contactos, los ubican desde que están en Irapuato y llegan a Silao, en este último municipio detectaron que son gravemente vulnerados por los agentes de migración.
La Procuraduría de los Derechos Humanos del Estado de Guanajuato registra 71 quejas de 2018 a la fecha por posibles violaciones a los derechos humanos de personas que se identificaron como migrantes.
De acuerdo con información de los activistas, “la migra” tiene alrededor de un mes en el Ferropuerto que se ubica en el Guanajuato Puerto Interior y denunciaron que golpean a familias, incluido niños, y a las mujeres embarazadas les ponen toques eléctricos.
“Golpearon a su esposa, a su hijo chiquito y a José, los tuvimos internados, porque presentaron muchas lesiones, a uno lo marcaron del cuerpo, los tuvimos por 15 días, eso pasó aquí en Ferropuerto, se tuvo que hacer el muerto para que lo dejaran ya y no lo siguieran golpeando, subieron a su esposa e hijos más atrás y a él lo subieron cinco vagones más adelante que ella y les hicieron saber a ella que él ya no estaba”, dijo una de las representantes del grupo de ayudantes.
La mujer comentó que tras hacerse el muerto, a José lo enredaron en unas cobijas, lo subieron al tren y fue como salvó su vida hasta que se dejó caer cerca de la comunidad de Guanajal, en Purísima del Rincón, a un costado del Eje Metropolitano.
Otro integrante del grupo de apoyó a migrantes reforzó las denuncias. “Ahí es donde el Instituto Nacional de Migración comete abusos de autoridad, los golpean, los bajan a punta de golpes con esos aparatos de electricidad, así los bajaron la semana pasada".
“A un señor, en esos mismos días, lo hicieron que se bajara del tren, no quiso y lo agarraron y lo golpearon en vagones más adelante y el señor cayó en muy malas condiciones allá para la comunidad de San Diego de Alejandría, por La Chona, y no lo encontraba la señora, ella estaba muy triste, no quería comer con sus dos bebés de casi de tres años para abajo, dos niños”, añadió.
Permanecen hasta un mes en Guanajuato
Los migrantes vienen de países de sudamérica como El Salvador, Guatemala, Perú, Honduras, Venezuela y Ecuador y el grupo de activistas guanajuatenses en ocasiones los adoptan hasta por un mes, pues hay casos donde las mujeres son violadas sexualmente en otras partes de México o tienen días sin comer.
Les regalan pantalones, casas de campaña y cuando no se para el tren, les avientan agua embotellada, naranjas, galletas, papel higiénico, suero para los niños y alimentos no perecederos.
Para los ayudantes, el trabajo es inacabable y piden que las autoridades de cualquier nivel que puedan hacer algo para que se respete los derechos humanos de las personas que sólo están buscando una mejor calidad de vida.