León, Gto.- El sombrero charro es considerado uno de los símbolos de tradición, pero su elaboración se ha convertido en un oficio que ha ayudado a que las mujeres trabajen desde su casa, sin descuidar a su familia y aportando libertad económica en sus hogares.
A la señora Alejandra del Carmen Guzmán Rosas, originaria de Guanajal, Purísima del Rincón, quienes la conocen le dicen que tiene manos santas, porque el estambre que toca lo convierte en una obra de arte por su paciencia y seguridad para formar figuras; ahora le han otorgado el puesto de maestra, ya que acude a diversas comunidades para enseñar este oficio a mujeres de todas las edades.
No es casualidad que a la perfección borde, ya que sus enseñanzas fueron adquiridas a través de su madre quien es una de las primeras bordadoras de Purísima y que al igual que a Alejandra enseñó a más amas de casa.
“A mi madre le enseñaron a bordar sombrero charro y ella me enseñó a mí y yo estoy enseñando a mis hijas y a otras personas, porque voy a comunidades para enseñar este bonito trabajo, pero dentro de mi labor también es transmitir cariño y amor; no es fácil bordar, lleva su tiempo y cada decoración tiene que salir hermosa, pero este trabajo te da para ganar, puedes estar tranquilamente desde casa, al cuidado de tu familia”, comentó.
Alejandra Guzmán explicó que después de la pandemia las mujeres fueron dejando el oficio y por ello acuden a comunidades, junto con los dueños de Sombreros Salazar, para enseñar a bordar y ganar dinero a jefas de familia, lo que les da independencia económica.
“Fue algo raro, pero luego de la pandemia las mujeres prefirieron salir de sus casas y dejaron el oficio de bordadoras de sombrero, porque dijeron que ya no querían estar encerradas y mejor se fueron a fábricas”, manifestó.
De Guanajuato para el mundo
Estos sombreros bordados por manos guanajuatenses son comercializados para el turismo, pues los consumidores son en su mayoría extranjeros o paisanos que buscan llevarse un pedacito de México a Estados Unidos, pero una menor parte es para los niños y jóvenes que van a bailar danzas folclóricas.
Se podría decir que Alejandra Guzmán lleva toda su vida dedicada al bordado de sombrero charro; usa lentejuela para darle los toques bonitos y brillantes, luego continua con el jaripeo y por último la copa.
Los modelos que van desde la época de oro ofrecen al caballero gallardía, porte y elegancia. Las mujeres suelen sentarse alrededor de una mesa con su material. Primero comen y luego limpian las sobras de comida para empezar a bordar.
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Entre platicas y pensamientos profundos pasan las horas, sólo voltean a ver el reloj para saber el momento en que tienen que pasar por sus hijos al colegio, cocinar y realizar otras actividades.
“Ser bordadora de sombrero charro es lo mejor que me ha pasado, porque aquí demuestro mi creatividad, puedo pensar, ver televisión, platicar, tengo tiempo para m´y familia y todavía lo mejor es que yo he enseñado a mujeres a expresarse a través del bordado y han ganado autonomía”, concluyó Alejandra Guzmán.