/ viernes 12 de agosto de 2022

Recuerdan la sencillez de un primer actor Manuel Ojeda

Manuel Ojeda, fallecido este jueves a los 81 años, tuvo una prolífica carrera; sus compañeros lo recuerdan como un hombre discreto y de gran talento

Manuel Ojeda participó en casi 300 filmes, incluso en Hollywood, donde filmó Dos bribones tras la esmeralda perdida de Robert Zemeckis. Protagonizó clásicos del cine nacional como El Apando, Canoa, Las Poquanchis, La tía Alejandra, El infierno de todos tan temido, Noche de carnaval, y La ley de Herodes. También actuó en otras cintas como Los renglones torcidos de Dios, El cometa y La 4ª compañía.

Actuó en las telenovelas históricas Senda de gloria, como Emiliano Zapata, y El vuelo del águila, como Porfirio Díaz; entre las casi 50 producciones de las que formó parte, la última, Corazón guerrero , está al aire actualmente, donde interpreta al abogado Abel, un hombre bueno, de nobles sentimientos y buscador de la justicia.

Puede interesarte: Cuando Manuel Ojeda llegó a Hollywood de la mano de Michael Douglas

Y con todo, después de su gran talento, lo que más recuerdan sus compañeros, en declaraciones a El Sol de México, es su sencillez.

La primera actriz Luz María Aguilar, expresó su sentir por el fallecimiento del actor, dado a conocer este jueves por la Asociación Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) y la Asociación Nacional de Actores (ANDA).

“¡Ah caray!, cómo se nos están yendo. Manuel Ojeda y yo no coincidimos en el mismo escenario, son esas cosas de la vida. Sin embargo, sí coincidimos en fiestas organizadas por las empresas cinematográficas o en fiestas y cocteles de la televisión.

“Hablar de Manuel Ojeda, es decir que fue un compañero maravilloso, fuera de serie, culto, inteligente, simpático para llevar una buena conversación. Lo despido con mi respeto hacia su trabajo porque fue un gran actor, compañero en la ANDA que hizo mucho trabajo escénico en cine, teatro y televisión, siempre cumplido, buen artista, buen compañero. Descanse en paz”.

Manuel Ojeda Junto a su familia en Baja California Sur recibiendo las llaves de la Ciudad de La Paz. Foto: Cortesía | José Márquez

Moisés Suárez, quien coincidió con Manuel Ojeda en la telenovela El vuelo del águila, así lo recuerda: “Era un actor muy reconocido no sólo en México sino también internacionalmente. Como cinéfilo la primera vez que lo vi, fue en una sala de cine, en Dos bribones tras la esmeralda perdida de Robert Zemeckis (1984), al lado de Holland Taylor y Danny de Vito, él encarnaba a un villano. Excelsa su actuación. De ahí nació mi admiración por él, que fue parte de las grandes ligas de la cinematografía internacional.

“Yo no tuve la fortuna de compartir con él en escena cuando se grababa El vuelo del águila, entre 1994 y 1995, pero sí tuve el gozo de compartir desayuno cuando estábamos grabando, también se nos unía Patricia Reyes Spíndola, era Petrona Mori. Lo conocí como un compañero actor y una persona muy sencilla, muy amable, muy carismático, era agradable al entablar una conversación con él. Tengo ese recuerdo vivo, a pesar de que hace años grabamos la telenovela, Manuel encarnó a don Porfirio Díaz de adulto y yo era el cura Agustín y padrino de Porfirio Díaz, pero mis actuaciones con él, fueron cuando era pequeño. Lamento que no nos acompañe en este mundo. Algún día nos encontraremos. Descanse en paz”.

Manuel Ojeda fue ocho veces nominado al Ariel y en dos ocasiones lo ganó como Mejor Actor por las películas El infierno de todos temido, de 1980 y ¡Ora sí tenemos que ganar!, de 1982. El oriundo de Baja California Sur, actuó en Yago, de Carmen Armendáriz, de la que también fue parte Pablo Valentín.

“Yo lo conocí hace varios, en una obra en la que trabajamos juntos, Salón México, desde ahí me cautivó con su profesionalismo, con su manera tan interesante de actuar y abordar sus charlas. Su sabiduría siempre la compartía cuando nos sentábamos a conversar”, recuerda el actor, quien volvió a coincidir con Manuel Ojeda este año en Corazón guerrero.

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“Aunque lo más sobresaliente de él, aparte de sus trabajos cinematográficos, de teatro y televisión, era su humildad, lo cual siempre aplaudí. Y para mi fortuna coincido con él en su último trabajo de actuación, donde fue mi ejemplo, porque aún con complicaciones físicas de salud, hacía a la perfección sus escenas que no denotaban sus malestares y dolor.

“Hasta el último día que platicamos compartimos cosas y hechos muy bonitos, agradables y de gran aprendizaje; como cosas de su experiencia que siempre me compartía de manera amable, más allá de decir que perdió la batalla con su complicación de salud, yo digo que ganó la gloria desde este mundo, al hacer su trabajo como el gran actor y la gran persona que siempre fue”.

Manuel Ojeda participó en casi 300 filmes, incluso en Hollywood, donde filmó Dos bribones tras la esmeralda perdida de Robert Zemeckis. Protagonizó clásicos del cine nacional como El Apando, Canoa, Las Poquanchis, La tía Alejandra, El infierno de todos tan temido, Noche de carnaval, y La ley de Herodes. También actuó en otras cintas como Los renglones torcidos de Dios, El cometa y La 4ª compañía.

Actuó en las telenovelas históricas Senda de gloria, como Emiliano Zapata, y El vuelo del águila, como Porfirio Díaz; entre las casi 50 producciones de las que formó parte, la última, Corazón guerrero , está al aire actualmente, donde interpreta al abogado Abel, un hombre bueno, de nobles sentimientos y buscador de la justicia.

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Y con todo, después de su gran talento, lo que más recuerdan sus compañeros, en declaraciones a El Sol de México, es su sencillez.

La primera actriz Luz María Aguilar, expresó su sentir por el fallecimiento del actor, dado a conocer este jueves por la Asociación Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) y la Asociación Nacional de Actores (ANDA).

“¡Ah caray!, cómo se nos están yendo. Manuel Ojeda y yo no coincidimos en el mismo escenario, son esas cosas de la vida. Sin embargo, sí coincidimos en fiestas organizadas por las empresas cinematográficas o en fiestas y cocteles de la televisión.

“Hablar de Manuel Ojeda, es decir que fue un compañero maravilloso, fuera de serie, culto, inteligente, simpático para llevar una buena conversación. Lo despido con mi respeto hacia su trabajo porque fue un gran actor, compañero en la ANDA que hizo mucho trabajo escénico en cine, teatro y televisión, siempre cumplido, buen artista, buen compañero. Descanse en paz”.

Manuel Ojeda Junto a su familia en Baja California Sur recibiendo las llaves de la Ciudad de La Paz. Foto: Cortesía | José Márquez

Moisés Suárez, quien coincidió con Manuel Ojeda en la telenovela El vuelo del águila, así lo recuerda: “Era un actor muy reconocido no sólo en México sino también internacionalmente. Como cinéfilo la primera vez que lo vi, fue en una sala de cine, en Dos bribones tras la esmeralda perdida de Robert Zemeckis (1984), al lado de Holland Taylor y Danny de Vito, él encarnaba a un villano. Excelsa su actuación. De ahí nació mi admiración por él, que fue parte de las grandes ligas de la cinematografía internacional.

“Yo no tuve la fortuna de compartir con él en escena cuando se grababa El vuelo del águila, entre 1994 y 1995, pero sí tuve el gozo de compartir desayuno cuando estábamos grabando, también se nos unía Patricia Reyes Spíndola, era Petrona Mori. Lo conocí como un compañero actor y una persona muy sencilla, muy amable, muy carismático, era agradable al entablar una conversación con él. Tengo ese recuerdo vivo, a pesar de que hace años grabamos la telenovela, Manuel encarnó a don Porfirio Díaz de adulto y yo era el cura Agustín y padrino de Porfirio Díaz, pero mis actuaciones con él, fueron cuando era pequeño. Lamento que no nos acompañe en este mundo. Algún día nos encontraremos. Descanse en paz”.

Manuel Ojeda fue ocho veces nominado al Ariel y en dos ocasiones lo ganó como Mejor Actor por las películas El infierno de todos temido, de 1980 y ¡Ora sí tenemos que ganar!, de 1982. El oriundo de Baja California Sur, actuó en Yago, de Carmen Armendáriz, de la que también fue parte Pablo Valentín.

“Yo lo conocí hace varios, en una obra en la que trabajamos juntos, Salón México, desde ahí me cautivó con su profesionalismo, con su manera tan interesante de actuar y abordar sus charlas. Su sabiduría siempre la compartía cuando nos sentábamos a conversar”, recuerda el actor, quien volvió a coincidir con Manuel Ojeda este año en Corazón guerrero.

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“Aunque lo más sobresaliente de él, aparte de sus trabajos cinematográficos, de teatro y televisión, era su humildad, lo cual siempre aplaudí. Y para mi fortuna coincido con él en su último trabajo de actuación, donde fue mi ejemplo, porque aún con complicaciones físicas de salud, hacía a la perfección sus escenas que no denotaban sus malestares y dolor.

“Hasta el último día que platicamos compartimos cosas y hechos muy bonitos, agradables y de gran aprendizaje; como cosas de su experiencia que siempre me compartía de manera amable, más allá de decir que perdió la batalla con su complicación de salud, yo digo que ganó la gloria desde este mundo, al hacer su trabajo como el gran actor y la gran persona que siempre fue”.

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