Originalmente, este estadio debía tener un techo de vidrio y estar terminado desde diciembre de 2017, pero sufrió continuos retrasos que obligaron a modificar su diseño.
En 2014, las autoridades autorizaron la construcción de un estadio con aspecto a un platillo volador, en homenaje al sector aeroespacial, de gran implantación en esta zona de Rusia.
Incluso se lanzó un lema para designar al estadio como la Escalera hacia el espacio.
Sin duda un proyecto futurista e inédito, pero del que, en marzo, a tres meses de que iniciara el Mundial de Rusia 2018, su césped todavía crecía en Alemania.
Evidentemente, como pasó en otras de las sedes mundialistas, el presupuesto del estadio se disparó hasta los 368 millones de dólares, lo que le costó el puesto al gobernador local.
Su inauguración estaba prevista para diciembre de 2017, luego se aplazó hasta marzo de 2018 y finalmente el 6 de mayo pudo ser sometido a una prueba real, ante 40 mil aficionados, durante un partido de la Segunda División, entre Kubán y Krylia Sovetov, que será el afortunado que jugará ahí como local tras la Copa del Mundo.
Al menos, durante la noche, el estadio Samara si luce como un platillo volador, gracias a las luces que cubren su exterior.