“El feminismo no tiene fronteras”, ataja la escritora Claudia Piñeiro (Buenos Aires, 1960) quien desde hace dos años expuso su voz de manera pública a favor de la legalización del aborto en Argentina, lucha ganada hace dos años. Aunque advierte que aún hay muchas batallas por vencer para encontrar el lugar de la mujer en el mundo.
La novelista presta su voz literaria para emprender la encomienda del movimiento feminista. Lo hace con su más reciente novela Catedrales (Alfaguara, 2020) en la que narra la odisea de una familia al tratar de entender la muerte de su hija adolescente 30 años atrás.
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Aunque Piñeiro, afirma en entrevista que no busca hacer una literatura feminista ni política, sino narrar historias en las que la gente encuentre respuestas a sus propios cuestionamientos sobre el aborto, la familia, la moral religiosa, la hipocresía, la violencia contra las mujeres, entre otros problemas sociales.
“Todas las historias aparecen con una imagen disparadora que en el caso de esta novela es una imagen muy parecida a la foto que terminó siendo la tapa del libro que es una joven sentada en una iglesia esperando un reparo o consuelo que no llega. Como escritora no sé por qué me aparecen esas imágenes, pero por supuesto en esas imágenes está una mezcla de emociones que vinculo con lo que leo, lo que miro en las noticias y cosas que funcionan como disparadores”, confesó la también cuentista.
En Catedrales, Piñeiro narra cómo una familia de clase media alta, aparentemente perfecta, se desmorona al encontrar el cuerpo de su hija adolescente sin vida, y a pesar de tratar de olvidarlo, tres décadas después de la muerte intentan responder todas las preguntas abiertas. En esa búsqueda de explicaciones se rompen estereotipos familiares, se descubren secretos, se rompe la moral católica y se fortalece la amistad.
“En la novela hay una intención de discutir el absoluto que significa determinadas instituciones como la familia, la Iglesia, instituciones que nos educan de manera absoluta, hay familias que no se pueden criticar, y la educación dice que hay que soportarlo todo porque es familia pero qué pasa cuando esa familia te daña, te hace sufrir, y lo que propone el abuelo de la novela es que una familia es un conjunto de objetos que giran alrededor de un eje y algunos se relacionan bien y otros no y hay que aceptar que no siempre nos relacionamos bien con todos”, refirió.
La también autora de Las maldiciones (2017) y Una suerte pequeña (2015) confesó que el tema del aborto es una de sus tantas obsesiones literarias como la muerte, el encierro, la hipocresía y la violencia de género, por lo que esta novela no nació con la intención de promover el aborto, sino reflejar la historia de una joven que puede ser la de cualquier mujer latinoamericana castigada y juzgada por decidir sobre su cuerpo.
“El objetivo cuando uno se pone a escribir no es darle visibilidad a temas sociales, uno escribe historias de personajes que les suceden cosas igual que a nosotros, pero es cierto que uno empieza a ver desde la literatura movimientos porque la literatura también produce algo. En los últimos tiempos un montón de escritoras han escrito no sobre las mujeres sino de sus ideas y eso ayudan a entender en dónde es su lugar”, añadió.
Aunque el libro se ubica en el género de novela negra, Piñeiro aseguró que la intención no era contar una historia oscura; simplemente comenzó a narrar la vida de una joven y eso la llevó a hablar de muerte, policía, secretos y llegar de nuevo a la literatura negra que en 2011 le mereció el Premio Sor Juana Inés de la Cruz.
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