Fue en sus poemas que Nezahualcóyotl (1402-1472), monarca de la ciudad de Texcoco, principal pueblo aliado militar y político de México Tenochtitlán, dejó memoria tanto de su sentimiento como de sus reflexiones, en los cuales la muerte fue uno de sus temas centrales.
Así lo analizó el historiador Miguel León Portilla en su libro “Nezahualcóyotl. Arquitecto, filósofo y poeta” (2017), en el que dedicó un apartado a entender “la filosofía” de este estadista precolombino y principal aliado militar de Tenochtitlán.
Tras hablar de sus dotes como gobernante y constructor, el autor de La visión de los vencidos (1959), identificó en que a Nezahualcóyotl se mostraba reflexivo ante la futilidad de la vida y el hecho de que todos habremos de morir, pesar del poder y la riqueza.
Más adelante en su análisis, Portilla sugiere algo que representa un indicio por el cuestionamiento de la existencia del Micltán.
Es ante esta angustia que a Nezahualcóyotl se le hace una revelación de “la flor y el canto”, una expresión náhuatl que refería al “arte y el símbolo”, como posible forma de permanencia y comprensión del universo, en conexión de la tierra.
Comparando con otros textos náhuatl y referencias de la cultura tolteca, Portilla continúa su indagación hacia cómo Nezahualcóyotl, creía que era a través de los cantos y las flores podía comprender el misterio de los “dioses y los muertos”.
Hay que aclarar que se trata sólo de una interpretación de lo que pudo haber sido parte de la filosofía de Nezahualcóyotl. El mismo León Portilla advierte en su libro que aún faltarían más análisis y estudios de expertos en literatura, filosofía e historia que den mayor profundidad o, incluso cuestionen lo que él ha podido ver en estos textos antiguos.
Pero… ¿Cómo fue que se preservaron estos versos si no había como tal un sistema de escritura alfabética en aquel entonces en nuestro territorio?
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El historiador explica que principalmente se debe a que estos versos se preservan por atribuciones de cronistas e historiadores de la Nueva España y que se tiene la certeza de que estos cantos formaban parte de la enseñanza en los calmécacs, escuelas para los hijos de nobles.