/ viernes 14 de octubre de 2022

Reflejos de Sol | Alerta roja en comercio exterior

La semana pasada, cuando se llevaba a cabo la Reunión Anual de Industriales en León, los dirigentes de las máximas cámaras empresariales del país comentaron en los pasillos: “no importa quién sea la nueva secretaria de Economía, mientras permanezca en el cargo Luz María de la Mora”.

Pero ayer, la secretaria Raquel Buenrostro pidió la renuncia a la subsecretaria de Comercio Exterior. Es cierto, hay un dicho que reza: “nadie es indispensable”. Pero la decisión de dar de baja a Luz María de la Mora va a ser un parteaguas en el gobierno del Presidente López Obrador.

Si el mandatario plantea en su “mañanera” disparates como “pausar las relaciones con España porque no nos han pedido disculpas por conquistarnos en el Siglo XVI”, eso no pasará de quedar como una anécdota hilarante o desafortunada.

Pero en materia de libre comercio, no nos regimos por el capricho presidencial, sino por tratados internacionales que hemos suscrito y que no podemos ignorar.

Si como país, perdemos litigios internacionales a causa de la falta de conocimiento de quienes defienden nuestras causas, nos haremos como país a sanciones millonarias en dólares y, si no pagamos, las medidas proteccionistas que se nos podrán aplicar pueden resultar desastrosas. Y ahí sí, no habrá austeridad republicana que valga, porque a la hora de que a los productores de aguacate, jitomate u hortalizas se les echen a perder sus productos en la frontera, entonces sí, todos pasarán a fuerza a practicar la pobreza franciscana.

ESA “NEOLIBERAL”

Cuando Graciela Márquez, primera secretaría de Economía de este gobierno, tuvo que buscar una candidata para la subsecretaría de Comercio Exterior, Luz María de la Mora resultó impecable. Mujer, experta en el tema y con amplias credenciales académicas, como consultora y funcionaria.

Lo único “malo” es que De la Mora se formó y proviene del grupo que negoció el TLCAN y que representa justamente a ese grupo de “neoliberales” como Jaime Serra, Herminio Blanco, Ildefonso Guajardo, Luis de la Calle y Jaime Zabludovsky. Luz María de la Mora tenía pecado de origen.

El Presidente López Obrador suele solicitar tareas a quien le tiene confianza y no necesariamente al responsable de las mismas. Por eso, fue un dolor de cabeza para De la Mora lidiar con el actual embajador de México en China, Jesús Seade, y con otros actores como Alfonso Romo y peor aún, con Rocío Nahle. La atención a las controversias internacionales en materia de comercio exterior requiere conocimiento técnico, no sólo fervor patriótico y obediencia ciega al Presidente.

A los pocos segundos de que se dio a conocer que Raquel Buenrostro le pidió la renuncia, De la Mora debe haber recibido decenas de llamadas de empresarios e industriales para ofrecerle trabajo, para que los proteja de las acciones unilaterales del gobierno federal si el Presidente se lanza a cerrar fronteras, a detener proyectos o incluso a nacionalizar empresas.

LO QUE SIGUE

Esta mañana se presentará al nuevo subsecretario. Hay altas posibilidades de que fracase en una realidad esquizofrénica que le van a pedir: que, por un lado, acate las disposiciones del T-MEC y, por otra, que logre que no haya sanciones para México por cancelar de manera unilateral e injustificada proyectos sustentados en el T-MEC.

Imagínese nada más al presidente Andrés Manuel López Obrador desde el balcón presidencial arengando en 2023 a la masa para pagar las multas del T-MEC, sintiéndose Lázaro Cárdenas convocando al pueblo para indemnizar a las petroleras nacionalizadas en 1938. Y a lo mejor la gente acude. Y del dinero que recibe como becas de Bienestar, ayuda para discapacitados, para adultos mayores etcétera, paga.

Pero el verdadero daño puede ser que nadie quiera volver a poner un pie en México para invertir en el futuro a causa de la falta de certidumbre y seriedad. Para entonces, López Obrador estará concluyendo su gobierno y dirá que el aislamiento del exterior se debe a que hay un complot mundial contra él.

Que Dios ayude al nuevo subsecretario de Comercio Exterior. Y que nos agarre, a todos, confesados.

La semana pasada, cuando se llevaba a cabo la Reunión Anual de Industriales en León, los dirigentes de las máximas cámaras empresariales del país comentaron en los pasillos: “no importa quién sea la nueva secretaria de Economía, mientras permanezca en el cargo Luz María de la Mora”.

Pero ayer, la secretaria Raquel Buenrostro pidió la renuncia a la subsecretaria de Comercio Exterior. Es cierto, hay un dicho que reza: “nadie es indispensable”. Pero la decisión de dar de baja a Luz María de la Mora va a ser un parteaguas en el gobierno del Presidente López Obrador.

Si el mandatario plantea en su “mañanera” disparates como “pausar las relaciones con España porque no nos han pedido disculpas por conquistarnos en el Siglo XVI”, eso no pasará de quedar como una anécdota hilarante o desafortunada.

Pero en materia de libre comercio, no nos regimos por el capricho presidencial, sino por tratados internacionales que hemos suscrito y que no podemos ignorar.

Si como país, perdemos litigios internacionales a causa de la falta de conocimiento de quienes defienden nuestras causas, nos haremos como país a sanciones millonarias en dólares y, si no pagamos, las medidas proteccionistas que se nos podrán aplicar pueden resultar desastrosas. Y ahí sí, no habrá austeridad republicana que valga, porque a la hora de que a los productores de aguacate, jitomate u hortalizas se les echen a perder sus productos en la frontera, entonces sí, todos pasarán a fuerza a practicar la pobreza franciscana.

ESA “NEOLIBERAL”

Cuando Graciela Márquez, primera secretaría de Economía de este gobierno, tuvo que buscar una candidata para la subsecretaría de Comercio Exterior, Luz María de la Mora resultó impecable. Mujer, experta en el tema y con amplias credenciales académicas, como consultora y funcionaria.

Lo único “malo” es que De la Mora se formó y proviene del grupo que negoció el TLCAN y que representa justamente a ese grupo de “neoliberales” como Jaime Serra, Herminio Blanco, Ildefonso Guajardo, Luis de la Calle y Jaime Zabludovsky. Luz María de la Mora tenía pecado de origen.

El Presidente López Obrador suele solicitar tareas a quien le tiene confianza y no necesariamente al responsable de las mismas. Por eso, fue un dolor de cabeza para De la Mora lidiar con el actual embajador de México en China, Jesús Seade, y con otros actores como Alfonso Romo y peor aún, con Rocío Nahle. La atención a las controversias internacionales en materia de comercio exterior requiere conocimiento técnico, no sólo fervor patriótico y obediencia ciega al Presidente.

A los pocos segundos de que se dio a conocer que Raquel Buenrostro le pidió la renuncia, De la Mora debe haber recibido decenas de llamadas de empresarios e industriales para ofrecerle trabajo, para que los proteja de las acciones unilaterales del gobierno federal si el Presidente se lanza a cerrar fronteras, a detener proyectos o incluso a nacionalizar empresas.

LO QUE SIGUE

Esta mañana se presentará al nuevo subsecretario. Hay altas posibilidades de que fracase en una realidad esquizofrénica que le van a pedir: que, por un lado, acate las disposiciones del T-MEC y, por otra, que logre que no haya sanciones para México por cancelar de manera unilateral e injustificada proyectos sustentados en el T-MEC.

Imagínese nada más al presidente Andrés Manuel López Obrador desde el balcón presidencial arengando en 2023 a la masa para pagar las multas del T-MEC, sintiéndose Lázaro Cárdenas convocando al pueblo para indemnizar a las petroleras nacionalizadas en 1938. Y a lo mejor la gente acude. Y del dinero que recibe como becas de Bienestar, ayuda para discapacitados, para adultos mayores etcétera, paga.

Pero el verdadero daño puede ser que nadie quiera volver a poner un pie en México para invertir en el futuro a causa de la falta de certidumbre y seriedad. Para entonces, López Obrador estará concluyendo su gobierno y dirá que el aislamiento del exterior se debe a que hay un complot mundial contra él.

Que Dios ayude al nuevo subsecretario de Comercio Exterior. Y que nos agarre, a todos, confesados.